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La familia Granillo Robles lucha contra el silencio y el estigma

Por Ana Cubías

Por los pasillos de La Casa Hogar Las Memorias, María del Carmen Granillo, mejor conocida como Carmelita, corre libremente abrazando y jugueteando con las personas que habitan el albergue. La dulce y tierna sonrisa de Carmelita, de casi tres años de edad, alimenta y reconforta el alma de los pacientes infectados con el virus de sida en el albergue, ya que muchos de ellos no reciben visitas.

Pero la visita de Carmelita es una de las más frecuentes en Las Memorias, ya que es hija de José Antonio Granillo, de 49 años y director del albergue, y su esposa, María del Carmen Robles, de 24 años y voluntaria del lugar.
           
La pareja se conoció por medio de la hermana de María del Carmen, Ofelia Robles Hernández, quien sufría en silencio a causa de una dura realidad.
           
“Su primer pareja [de Ofelia] murió de VIH cuando su bebé tenía un año y medio” asintió María del Carmen Robles. “Cuando [Ofelia] supo que su marido [la primera pareja] falleció de sida se fue a hacer los exámenes y salió que era positiva”. 
           
María del Carmen, la penúltima de 21 hermanos, afirmó que no supieron del calvario de su hermana Ofelia hasta que se encontraba en la etapa terminal de la enfermedad. Pero mientras tanto, José Antonio estaba siendo el apoyo y consuelo de Ofelia.

Entre 1999 y el 2000, José Antonio conoció a Ofelia en la clínica del doctor al que ella frecuentaba. Lo que más le llamaba la atención de Ofelia era que no tenía un brazo, el cual perdió en un accidente.
           
“Yo quería ayudarla. Una vez la llevé a su casa y vi que sus padres eran de muy bajos recursos y me dije a mí mismo que allí tenía la oportunidad de ayudar”, comentó José Antonio. “Le llevé pan, arroz, y una vez vi a Carmen y me llamó la atención su pelo rojo”.           
           
María del Carmen, quien lleva cuatro años de voluntaria en Las Memorias, señaló que José Antonio llegó a la vida de su familia cuando se encontraban en momentos de extrema pobreza, pero lo que más le agradece es que haya sido un apoyo moral para su hermana Ofelia.
           
“Mi hermana le platicaba todo a (José Antonio), era su confidente porque nadie de la familia sabía que ella estaba infectada”, dijo María del Carmen.
           
María del Carmen comentó que la historia de Ofelia, quién murió hace cuatro años de sida, es como la de muchas mujeres que contraen la enfermedad a causa de la infidelidad de sus esposos.
           
“La primera pareja (de Ofelia) era bisexual. Cuando ella se dio cuenta que era bisexual es porque un gay la fue a visitar a su casa y le dijo que no sabía lo que tenía en su casa”, apuntó María del Carmen. “(El esposo) nunca se protegía porque siempre andaba tomado”. 
           
El caso de Ofelia está lejos de ser una excepción tanto en EEUU como en México. De acuerdo con un estudio realizado por la Oficina del Sida del Departamento de Salud de California y el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/SIDA de México, se estima que en el año 2000 el 35.9 por ciento de los hombres que tienen sida en México lo contrajeron por medio de un contacto sexual hombre con hombre. Asimismo, se calculó que un 63.2 por ciento de los latinos en California contraen el sida por medio del contacto sexual entre hombre con hombre, convirtiéndose en la vía de exposición más común entre los nuevos casos de la enfermedad en ambos lados de la frontera.
           
En el caso de las mujeres, en cambio, el contacto sexual heterosexual es la forma más común de infección. Según el mismo estudio, en California un 55.9 por ciento de las mujeres contrajeron sida por medio de una relación entre hombre y mujer y en México un 39.3 por ciento de las mujeres se contagiaron de la misma forma.
           
Ofelia, quien murió a la edad de 27 años, fue contagiada por su esposo, su única pareja.  Lamentablemente, Ofelia sin saberlo contagió a su segunda pareja, de la cuál quedo embarazada. Este hombre la maltrataba física y emocionalmente culpándola de la enfermedad, pero Ofelia nunca lo dejó por temor a perderlo, dijo María del Carmen.
           
“Ella no se vino para (el albergue) porque su esposo nunca lo permitió”, mencionó. “Tenía miedo a que la fueran a rechazar o a que (José Antonio) nos dijera que estaba enferma y que la fuéramos a correr de la casa”. 
           
María del Carmen cree que si Ofelia, quien dejó dos niños, uno de nueve y otro de 13 años, le hubiera contado a su familia de la enfermedad que padecía, ellos la habrían apoyado. A pesar del apoyo que María del Carmen y su familia le hubieran podido brindar a su hermana, ella siempre buscaba una excusa para justificar los síntomas de su enfermedad frente a su familia.
           
María del Carmen afirmó que en su casa nunca hubo información acerca del VIH/sida ya que sus padres “nunca hablaron de esa enfermedad”. Sin embargo, después del fallecimiento de su hermana, María del Carmen señaló que este es un tema del que se habla frecuentemente en su casa.
           
“Ahora ya se habla mucho de eso porque hay que cuidar a los que nos rodean, a nuestros hijos, sobrinos y llevarles información para que al rato no vaya a ocurrir otra tragedia como la que nos pasó a nosotros”, apuntó.

A pesar de todo, María del Carmen le vive eternamente agradecida a Ofelia por haberle presentado a José Antonio.
           
“Yo siento que ella nos está mirando desde allá, de donde está, yo siempre hablo con ella y le doy las gracias porque si no hubiera sido por ella, mi esposo y yo no estaríamos juntos”, dijo.
           
María del Carmen tuvo una relación anterior a la de José Antonio, de la cuál tuvo dos hijos, Édgar Ricardo y Anayetzi Robles, de nueve y siete años de edad respectivamente. Ahora que María del Carmen está con José Antonio, les inculcan a los niños a que deben tratar a todas las personas por igual sin importar su estado de salud.
           
“Mis hijos ven a los que están aquí (en el albergue) como cualquier persona, como si no estuvieran malitos”, mencionó. “En cambio hay personas ignorantes que (por) el sólo hecho de saludarlos piensan que ya se les va a pegar el VIH”.
           
María del Carmen, quien actualmente estudia la preparatoria abierta, dijo que todos los fines de semana sus hijos y ella visitan el albergue. Muchas personas la cuestionan acerca de llevar a sus hijos al lugar, a lo que ella responde que siempre toma sus precauciones y les recomienda a sus hijos a que no entren al cuarto de aislados, donde se encuentran los pacientes con tuberculosis activa.
           
“Siempre que les digo vamos a ir a La Morita [la colonia en la que está el albergue], me dicen: ‘hay que suave’. Los pacientes todos son sus amigos”, comentó.
           
José Antonio afirmó que el albergue forma una parte esencial de la formación de sus hijos.
           
“Esto es súper importante porque se refiere a la salud y como que también va dentro de la educación sexual, porque si no estás informado, te infectas, y si lo van entendiendo desde ahora, qué suave”, dijo José Antonio.
           
Además, José Antonio dijo que poco a poco va informando a sus niños acerca de la enfermedad y las formas de cómo protegerse, pero lo más importante es que nunca rechacen a los pacientes.
           

Mientras José Antonio y María del Carmen les inculcan a sus hijos acerca del virus del sida y las maneras de cómo tratar a todas las personas por igual, Carmelita juguetea y comparte su pelota con los pacientes del Albergue Las Memorias sin ninguna distinción.